Estación Once

En lo que resultan ser las últimas horas de la civilización tal y como la conocemos, Arthur Leander, un famoso actor de Hollywood, sufre un ataque al corazón en el escenario mientras representa el Rey Lear.

Veinte años después de que la gripe de Georgia mate al 99,9% de la población, Kirsten ha encontrado un hogar en la Sinfonía Viajera, una compañía de actores y músicos que representan obras de Shakespeare.

Retrocedemos a los últimos días de Arthur Leander, cuando se reencuentra con su amor perdido, Miranda Carroll, una artista que acaba de terminar la obra de su vida: la novela gráfica Estación Once.

El desconocido del que advirtió Kirsten resulta ser el líder de una secta que asola los pueblos locales y que, inexplicablemente, se inspira en la historia de la Estación Once.

De camino a su funeral, la exmujer de Arthur, Elizabeth, y su hijo, Tyler, se quedan en tierra en un pequeño aeropuerto con su mejor amigo, Clark. Aislados de la mortal gripe, ellos y los pasajeros de su vuelo forman una sociedad improvisada.

Tras un ataque letal al grupo, Kirsten intenta localizar al líder de la secta, Tyler Leander. Mientras tanto, la Sinfonía Viajera acude para actuar en el misterioso Museo de la Civilización.

Malherida, Kirsten pierde el conocimiento y, en un sueño, sigue a su joven yo a los recuerdos de la época en que estuvo con Jeevan y su hermano, Frank, que la cuidaron después de que la gripe matara a su familia.

Jeevan y Kirsten sobreviven, son solo dos personas en un mundo postapocalíptico, hasta que unos acontecimientos fortuitos los separan definitivamente.

Tyler lleva a Kirsten al Museo de la Civilización, que es también el aeropuerto del que escapó hace veinte años. Se hace pasar por actor y planea vengarse de Clark y Elizabeth.

La venganza de Tyler casi se va al traste hasta que a Kirsten se le ocurre subirlo al escenario, para interpretar a Hamlet junto a su madre, que hace de Gertrudis.